Sin saber absolutamente nada acerca de las primeras entregas de “Mad Max”, me aventuré a ver “Mad Max: Fury Road”. Varias personas han dicho que no es necesario ver las precuelas antes de ver esta nueva película, ya que las historias de Max Rockatansky, el personaje principal interpretado por Mel Gibson, no siguen una línea de tiempo como la mayoría de las sagas a las que estamos acostumbrados.
En “Mad Max: Fury Road”, Max (Tom Hardy) es un ex policía que trata de sobrevivir al fin del mundo de la mejor manera que puede; es claro que cierto evento lo traumó, pero nunca nos dicen qué pasó exactamente. Mientras pasa por el desierto, Max es atrapado por un grupo de kamikazes llamados War Boys, quienes sirven al dictador Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne), un tipo que vende una imagen de salvador y señor, dueño de todo y todos.
Al mismo tiempo, Immortan Joe envía a una teniente a buscar gasolina y municiones a un pueblo cercano. Imperator Furiosa (Charlize Theron) lo traiciona, escapa con un camión y se lleva a las cinco esposas de Immortan: Angharad, Capable, Toast, The Dag y Cheedo, cinco jóvenes que eran obligadas a tener hijos sanos que siguieran el legado de Joe. Max, por su parte, se ve metido en la persecución mientras es utilizado como bolsa de sangre para Nux (Nicholas Hoult), otro kamikaze, y, sin mayor intención, Max terminará ayudando a Furiosa y a las cinco, ahora, mujeres libres.
“Mad Max: Fury Road” es un perfecto ejemplo de dos horas de intensa persecución, acción y feminismo que me enamoraron desde el primer minuto. No podía creer lo que estaba viendo cuando cada secuencia en los camiones o en los autos de guerra aparecía, secuencias llenas de polvo y decoradas con tambores y una guitarra eléctrica; música en vivo, tal y como en las batallas romanas de otras épocas. Es acción bien hecha.
Podría hablar horas también sobre todo aquel girl power que significa el personaje de Furiosa y su misión de proteger a las esposas de Joe, así como también de la manera en que cada una de ellas defiende a la otra y, al mismo tiempo, cómo protegen a Furiosa. Ella es fuerte y valiente, como cualquier otro personaje de acción, pero también es sensible y se nota que es otra víctima más de la guerra que acabó con el mundo. Es claro también que las esposas de Joe eran sus esclavas y que el asqueroso dictador las violaba y las trataba como fábricas de bebés, pero agradezco mucho que la película no muestre escenas de abuso y que nos deje muchas cosas para la imaginación, porque, a estas alturas, ya no es necesario.
“Mad Max: Fury Road” demuestra que las películas de acción (bueno, las películas en general) pueden siempre ser mejores, pueden evitar clichés y pueden darles una plataforma a las mujeres en géneros que, la mayoría del tiempo, siempre nos sexualizan. Es increíble la obsesión que estoy sintiendo por este tema y por esta película; creo que hace mucho una cinta no me atrapaba tanto y pasara en segundos a convertirse en mi película favorita.