Aquella escena de “She’s All That”, en donde, tras una intensa y profunda transformación, Laney Boggs (Rachael Leigh Cook) baja por las escaleras de su hogar, mientras “Kiss Me”, canción de Sixpence None the Richer, suena de fondo y Zack Siler (Freddie Prinze Jr.) la observa deslumbrado, fue una escena clave durante la preadolescencia de varios de nosotros. Sabemos que quizás la calidad o el mensaje de “She’s All That” puede ser cuestionable, pero el carácter nostálgico de mi generación ha recordado con cariño aquella escena.
Cuando fue anunciado el remake de “She’s All That”, la curiosidad por ver qué efecto causaría esta nueva versión en una nueva generación fue bastante grande. Como se ha tendido a hacer con otras producciones, como “Ghostbusters” u “Ocean’s Eleven”, en donde los personajes principales eran, en su mayoría, personajes masculinos, el elenco de este remake también tendría un intercambio de género, consiguiendo, de esa manera, que su título pasara a ser “He’s All That”.
En la versión de 1999, Zack Siler era el joven más popular de la secundaria; todos querían ser como él y todas querían salir con él. Cuando su novia, Taylor Vaughan (Jodi Lyn O'Keefe), lo engaña con el excéntrico Brock Hudson (Matthew Lillard), Zack dice que Taylor es completamente reemplazable, que cualquier otra chica podría ser como ella y que podría convertirse en la reina de la graduación; junto a su amigo Dean Sampson (Paul Walker), Zack apuesta que puede transformar a Laney Boggs en dicha reina. “She’s All That” fue parte de aquella época de gloria de las comedias adolescentes, en donde películas como “10 Things I Hate About You” o “Never Been Kissed” también se destacaban; eran películas que fueron tildadas de superficiales, pero eran entretenidas, de todos modos.
“He’s All That” retoma la premisa de su antecesora, pero su protagonista es Padgett Sawyer (Addison Rae); para atraer a esta generación, Padgett es una joven influencer de Instagram, quien cuenta con miles de seguidores, es tan popular como Zack Siler y sale con Jordan Van Draanen (Peyton Meyer), otro influencer bastante reconocido también. Luego de ser engañada y humillada frente a todos sus seguidores por culpa de Jordan, Padgett recurre a la famosa táctica: comprobar que puede convertir a cualquier chico de la secundaria en una figura reconocida, tal y como lo había hecho con Jordan. Hasta este entonces, “He’s All That” parecía ir bien.
En lo que, realmente, falla es… en todo lo que continúa. El chico elegido por Padgett es Cameron Kweller (Tanner Buchanan), un adolescente que sueña con ser fotógrafo. Cameron es, claramente, el equivalente de Laney Boggs: ambos estudiantes promedio, con alma de artistas, a quienes no les preocupa la popularidad ni la fiesta de graduación; sin embargo, Laney nunca fue antipática ni mal educada con sus compañeros. Cameron es tan humillante como aquellos a quienes aborrece, un clásico ejemplo del victimario que se ve así mismo como víctima, alguien como Liz Lemon, por ejemplo; Cameron, además, es de aquellos tipos que odian todo lo que es popular sólo por el hecho de que es popular y por supuesto que escucha música que nadie escucha (Bad Religion) y ve películas que nadie más ve (Stanley Kubrick). Parece que existen personas así en cada década. No quiero implicar que los personajes principales deban ser personajes libres de defectos, pero deben tener al menos una cualidad que los redima y Cameron no presenta ninguna. Ni su look es desaliñado, ya que es un look bastante decente y utilizado hasta el día de hoy, ni su fotografía es extraordinaria; tal y como a Britta Perry, alguien debería decirle que sólo porque algo sea blanco y negro, no significa que sea vea bien.
La historia de “He’s All That” podría ser más disfrutable si el personaje que conduce la historia fuese interesante, pero Padgett Sawyer es bastante aburrida y ni siquiera pasa por alguna especie de arco de redención, como el de su equivalente, Zack Siler. Durante el comienzo de “She’s All That”, Zack es engreído y superficial, pero Padgett, a pesar de su codiciado estatus, es amable, es atenta con sus seguidores y compañeros de clase e, incluso, ayuda a su madre (interpretada por Rachael Leigh Cook, la Laney original) a pagar las cuentas del hogar; más allá de darse cuenta de que está enamorada de Cameron, nada más ocurre con el personaje principal. Si a estas fallas, le sumamos la nula química entre los protagonistas, “He’s All That” no tiene salvación; ni siquiera la escena del cambio de imagen o la escena de la verdad acerca de la apuesta tienen algo memorable y, por el contrario, son bastantes vergonzosas. Podríamos recurrir a los personajes secundarios, pero ellos tampoco aportan mucho; existe una sub trama entre las mejores amigas de Cameron y Padgett, la cual es mucho más interesante que la historia de amor principal y que está tratada con tanta normalidad, que es lo único que vale la pena destacar dentro de este remake, ya que ni siquiera la participación de Matthew Lillard es suficiente para justificar esta nueva versión.
No soy una opositora a este movimiento de estrenar remakes, en donde podemos intercambiar el género de los protagonistas (espero uno de “The Lost Boys”, por ejemplo), pero si una película se comprometerá a esta premisa, debería tener una razón más fuerte que un simple intercambio “porque sí”; quizás “He’s All That” podría haber lidiado con las expectativas de imagen que las redes sociales imponen o con el doble estándar de algunos roles de género, pero sólo se quedó con la básica primicia de niña se enamora de niño.
Ni siquiera el cover de “Kiss Me” o la escena del baile grupal en la graduación podrían destacar dentro de una futura nostalgia.