Las películas sobre desastres naturales no son de mis géneros preferidos de ver, pero las cosas se ponen interesantes cuando un ejemplo de ellas fue grabado durante la década del ’70 y cuando cuenta con un elenco de renombre, el cual incluye a Paul Newman, Steve McQueen, William Holden o Fred Astaire. “The Towering Inferno” debió haber sido el “Titanic” de su época.
El edificio conocido como Glass Tower es el edificio más alto del mundo, al contar con 515 metros y 318 pisos. Debido a su grandeza, se realiza una elegante ceremonia de inauguración, en donde, desde el principio, ciertos desperfectos salen a la luz. Roger Simmons (Richard Chamberlain) estaba a cargo de las conexiones eléctricas, pero terminó recortando ciertos gastos; esto representa un problema de seguridad, ya que un incontrolable incendio comienza a propagarse por varios de los pisos de la torre.
El arquitecto Doug Roberts (Paul Newman) y el jefe de policía, Michael O'Halloran (Steve McQueen), son los encargados de sacar a cada huésped del edificio hasta un lugar seguro y obligan a James Duncan (William Holden), creador de Glass Tower, a anunciar una evacuación, pero el fuego comienza a hacer de las suyas, destruyendo ascensores y escaleras a su paso.
Tres horas de tensión, alturas y pánico que convierten a “The Towering Inferno” en mi primera película de Fred Astaire, en donde lo menos importante es el baile.