Trece años después del estreno de “Finding Nemo”, Pixar decidió continuar la historia de los pequeños peces que tienen sentimientos con una secuela llamada “Finding Dory”. Nos emocionamos con aquella adorable historia entre un padre e hijo inseparables, pero quien de verdad se ganó nuestros corazones fue Dory, aquella pececilla azul que sufría de pérdida de memoria a corto plazo.
En “Finding Dory”, podemos saber más acerca de su pasado y acerca de cómo fue que se cruzó en el camino de Marlin (Albert Brooks) mientras este intentaba buscar a Nemo (Hayden Rolence). Dory (Ellen DeGeneres) vivía muy feliz con sus padres, Jenny (Diane Keaton) y Charlie (Eugene Levy), quienes siempre temían por la seguridad de su pequeña hija, debido al problema de memoria que ella sufría, pero nunca la desanimaron y practicaban varias técnicas para que Dory no se perdiera.
Ya sabemos que Dory se pierde de todos modos, pero cuando empieza a recordar ciertas cosas de su infancia, Marlin y Nemo deciden ayudarla a encontrar a su familia. Los tres emprenden un viaje hasta California, en donde conocen a varias otras criaturas marinas y Dory, paso a paso, irá conociendo todas las respuestas a las preguntas que había comenzado a hacer.
“Finding Dory” no es tan graciosa como su primera parte, pero sí es igual de emotiva. La película explora otra dinámica entre padres e hijos, una muy distinta a la de Marlin y Nemo, ya que, en este caso, los padres de Dory, en lugar de sobreprotegerla debido a una condición, deciden darle las herramientas necesarias para que ella puede desenvolverse en el mundo y para que también pueda regresar a ellos.
“Finding Dory” es adorable y divertida, pero las primeras partes siempre serán mejores.