Cuando el director japonés, Kinji Fukasaku, decidió adaptar la novela “Battle Royale” a la pantalla grande recordó aquellos instantes de su adolescencia en los que debió protegerse de distintos ataques durante la Segunda Guerra Mundial; junto a sus compañeros de curso, fue obligado a trabajar en una fábrica de municiones y varios de ellos no pudieron escapar durante los bombardeos, por lo que los jóvenes sobrevivientes tuvieron que hacerse cargo de los cuerpos. Luego supieron que el gobierno japonés había mentido sobre la situación de la guerra, lo que gatilló un odio profundo hacia los adultos por parte de Fukasaku.
“Battle Royale” no cuenta los horrores de una guerra, pero sí presenta una especie de sociedad distópica, en donde el gobierno ha decidido crear un evento anual, dentro del cual un grupo de estudiantes debe asesinarse entre sus propios integrantes, dejando victorioso a un gran ganador; la razón tras este evento es prevenir la creciente tasa de delincuencia juvenil y frenar el miedo que sienten los adultos hacia los adolescentes. El grupo elegido para el evento de aquel año es la clase de Shuya Nanahara (Tatsuya Fujiwara), joven que está tratando de superar la trágica muerte de su padre.
Shuya y sus compañeros creen que saldrán a disfrutar un agradable paseo de curso, pero son raptados y llevados hasta una remota isla, en donde les informan que son parte de la Battle Royale anual; a cada uno se le entrega un arma, una mochila con cosas básicas para sobrevivir un par de días en una isla desconocida y un rastreador que no les permitirá escapar. Ninguno de los adolescentes puede creer lo que está pasando ni tampoco pueden creer que, dentro de un período de quince minutos, ya dos de sus compañeros hayan sido asesinados de una manera tan violenta. La violencia presente en “Battle Royale” fue bastante criticada durante su época de estreno, violencia que incluso causó que la película fuese comparada con el mismo efecto que “A Clockwork Orange” provocó durante varios años también. Si bien no es una violencia tan gore como había imaginado, de todos modos, es bastante fuerte ver caer al 95% de los personajes en un contexto gráfico y desesperanzador.
Gracias a numerosos flashbacks, aprendemos las historias de varios de estos adolescentes y, lamentablemente, no es difícil encariñarse con alguno, en especial con el protagonista y con su mejor amigo, Yoshitoki Kuninobu (Yukihiro Kotani), o con Noriko Nakagawa (Aki Maeda); sin embargo, una de las historias más tristes es la de Mitsuko Souma (Kou Shibasaki), gracias a la cual se puede comprender la esencia del personaje. A pesar de que varios alumnos están dispuestos a participar en este cruel evento, otros simplemente se rinden o deciden no participar, decisión que les traerá peores consecuencias.
En contraste con todo el éxito que “Battle Royale” consiguió en Japón, la película no estuvo libre ni de críticas ni de censuras, críticas de aquellas que culpan al cine de ciertos hechos violentos ocurridos y censuras de aquellas eliminan las escenas más provocadoras o censuras que prohíben la circulación de una cinta en varios sectores. Sin embargo, “Battle Royale” también consiguió convertirse en una especie de película de culto que cautivó a directores como Quentin Tarantino; la elección de Chiaki Kuriyama como Gogo Yubari no pudo haber sido al azar.
Violenta y perturbadora, “Battle Royale” no deja de ser una película interesante también, la cual nos ofrece más momentos de tensión y de nostalgia que de provocación pura; no es un relato tan fuerte como imaginé, ya que las expectativas siempre traicionan, pero claro que herirá más de alguna sensibilidad.