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Bohemian Rhapsody (2018)
Live Aid, 1985. Freddie Mercury se mira al espejo. “Eres una leyenda, Freddie”. La vida de quien debe ser el mejor frontman de la historia de la música debe ser también una de las historias más interesantes que haya existido y “Bohemian Rhapsody”, película dirigida por Bryan Singer, se encargó de retratarla; durante la producción, Singer fue despedido y luego reemplazado por Dexter Fletcher.
La película cuenta la historia de Freddie Mercury (Rami Malek) desde el momento en que conoce a Brian May (Gwilym Lee) y a Roger Taylor (Ben Hardy), desde que los músicos forman Queen, pasando por altos y bajos con managers, falsos amigos y parejas incondicionales, hasta llegar a aquella mítica presentación de la banda en el Live Aid, luciendo también todas esas geniales y hermosas canciones que forman parte de nuestros soundtracks. "Bohemian Rhapsody" es lo más parecido a un musical sin sobreactuaciones, a una comedia sin chistes exagerados y a un drama sobre la identidad sexual y los comienzos del VIH en nuestra sociedad.
¿Dónde podría haber fallado? En el orden cronológico. Entiendo que, en pro de un gran final, algunos hechos se cambien, pero distrae mucho cuando ya sabes la historia original; por ejemplo, Freddie se enteró de su diagnóstico después del concierto de Live Aid y no antes. Otro punto que tampoco es tan satisfactorio es que, a pesar de ser una película sobre la vida y obra de Freddie Mercury, "Bohemian Rhapsody" no es lo suficientemente homosexual o bisexual como para ser una referencia sobre el artista; es como una versión familiar sobre la vida de este cantante.
Sin embargo, uno de los mayores puntos a favor de "Bohemian Rhapsody" es, por supuesto, la música; la experiencia de escuchar y de sentir todas esas canciones dentro de una sala de cine hace que la experiencia sí valga la pena.
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