Bernard (Jeff Daniels) y Joan Berkman (Laura Linney) son un matrimonio que vive en Brooklyn junto a sus dos hijos, Walt (Jesse Eisenberg) y Frank (Owen Kline). Ambos padres aman todo lo relacionado a la literatura, al cine, a la música y al arte en general, por lo que crían a sus hijos bajo todo ese ambiente. La familia también disfruta de tardes jugando tenis y es durante uno de estos partidos que se comienza a sentir la tensión entre Bernard y Joan.
Ambos saben que su matrimonio ya no da para más y deciden contárselo a sus hijos. Walt y Frank deben experimentar todo el proceso de la custodia compartida, por lo que se quedan unos días en la nueva casa de Bernard, mientras que otros, en la casa donde vivieron toda la vida. Quien se ve más afectado por la situación es Frank, quien está en pleno proceso de conocerse a sí mismo. Por otro lado, Walt trata de tomar las cosas con más calma, pero en el fondo, sabe que el divorcio de sus padres también le afecta.
Hace poco, leí que Wes Anderson iba a dirigir esta película, pero como Noah Baumbach la había escrito basándose en experiencias personales, Anderson le aconsejó a su amigo que él sería el candidato ideal para la dirección de esta película. Y es evidente que es una película demasiado personal, ya que se da una especie de cercanía con cada personaje. Cada uno de ellos está pasando por un proceso distinto, por lo que es difícil juzgarlos; es mucho más fácil entenderlos.