La versión de Dracula, dirigida por Francis Ford Coppola, es bastante fiel a la obra de Bram Stoker. La trama comienza cuando Jonathan Harker (una pésima actuación por parte de Keanu Reeves, con un pésimo acento británico y muy poco carisma; perdón) debe cerrar unos contratos con el Conde Drácula (Gary Oldman), un misterioso hombre que vive en Transilvania; si tuviera que rescatar algo de esta película, sería sólo la interpretación de Gary Oldman.
Una vez en Transilvania, Drácula descubre que Jonathan tiene una novia llamada Mina Murray (Winona Ryder), una joven muy parecida al único amor que el Conde tuvo cuando todavía vivía. Drácula planea viajar hasta Inglaterra en busca de Mina, por lo que toma prisionero a Jonathan y viaja hasta el país inglés. Ya en Londres, Drácula no puede evitar hacer de las suyas e incluso ataca a Lucy Westenra (Sadie Frost), la mejor amiga de Mina. Nadie sabe qué le sucede, así que el doctor Jack Seward (Richard E. Grant), amigo de ambas, decide llamar a Abraham Van Helsing (Anthony Hopkins), el único que sabe de lo que Drácula es capaz.
No sé si vi otra versión de "Bram Stoker's Dracula", pero no consigo compartir los mismo elogios que siempre rodean a esta película. Sentí que entre las frías actuaciones y la poca química entre Gary Oldman y Winona Ryder, la historia se convertía en una extremadamente cursi, extremadamente larga y extremadamente aburrida. Pensé que vería uno de los grandes clásicos del cine, en cuanto al género de los vampiros, pero estaba muy, muy equivocada.