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Joker (2019)
Dejando de lado el clásico formato de película sobre algún superhéroe o villano, el director Todd Phillips decidió contar la historia del mítico Guasón desde un punto de vista mucho más dramático; en lugar de concentrarse en sus fechorías, "Joker" nos cuenta los inicios del personaje en Ciudad Gótica, años antes de convertirse en el maestro del crimen. Una trama como aquella parecía ser interesante; el único detalle algo bizarro es que el director a cargo del proyecto es el mismo director a cargo de la saga de "The Hangover". Podríamos esperar cualquier cosa a partir de ese hecho.
En "Joker", la trama gira en torno a Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un hombre que sufre de serios trastornos mentales, quien vive con su madre enfermiza madre, Penny (Frances Conroy), y quien sueña con convertirse en un famoso y respetado comediante. Durante ciertos días, en los cuales el caos comienza a asentarse en Ciudad Gótica (una situación que, inevitablemente, puede recordar a la de este país), el caos también se hace presente en la vida de Arthur: es despedido de su trabajo, su tratamiento ya no será costeado por los servicios sociales y la verdadera identidad de su padre le es revelada. Cada situación sólo deteriora la salud mental de Arthur, quien consigue desencadenar una especie de revolución en la ciudad.
Desde el momento en que comencé a ver "Joker", sabía que no podría gustarme. Bajando las expectativas y abriendo la mente a un relato diferente puede ayudar, pero, al final del día, las historias en donde, supuestamente, debemos sentir pena o empatía por algún gran villano o villana popular, nunca me han convencido; creo que podemos hacer una historia en donde entendamos los comienzos de su maldad sin que nos muestren a una persona triste o abandonada. El recurrir a los trastornos mentales para excusar las actitud sociópatas o psicopáticas de un personaje es un tema más que delicado a estas alturas y un tema que no debería ser utilizado de esta manera; molesta, sobre todo, cuando los crímenes de Arthur, los cuales son, claramente, peligrosos y condenables, son mal utilizados como una excusa ante tanta injusticia social.
La actuación de Joaquin Phoenix es correcta dentro de una película que intenta ser seria, profunda y trágica, cuando, en realidad, sólo es una prueba que Todd Phillips quiere llevar a cabo para demostrarnos que sí es capaz de navegar por otro género de películas, luego de que se haya sentido incapacitado para seguir haciendo aquella comedia misógina que tanta fama le trajo tras el despertar que se ha producido, últimamente, en la sociedad. Mirándolo mucho más de cerca, la actitud adoptada por el director, aquella de hombre incomprendido y solitario por el mundo, es bastante parecida a la de su cuestionable personaje principal.
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