Como a la mayoría de las personas de mi generación, la Britneymanía también me pegó con fuerza; amaba todas sus canciones, sus coreografías y consumía todo lo que MTV nos ofrecía sobre Britney. Recuerdo que, después de la pública ruptura con Justin Timberlake, dejé de escuchar la música de Britney y no puse mucha atención a todo lo relacionado con su matrimonio con Kevin Federline, a sus salidas con Paris Hilton o a sus peleas con los paparazzis. No era nada del otro mundo que una celebridad viviera escándalos como esos.

La prensa de aquella época se daba un festín con cada acto que Britney Spears hacía o dejaba de hacer, y creíamos todo lo que se decía sobre ella: que se había vuelto loca, que estaba fuera de control, que había perdido la custodia de sus hijos debido a su irresponsabilidad, que se rapó todo el cabello sólo para llamar más la atención y varias otras exageraciones; existían hasta camisetas y tazones con la imagen de Britney rapándose la cabeza. La tratábamos como si hubiese sido una broma.

El documental de The New York Times Presents, "Framing Britney Spears", nos recuerda aquella época en donde Britney era un blanco fácil, logrando que abramos los ojos ante lo injusto y crítico que fue nuestro rápido juicio sobre ella durante sus años más difíciles. El documental comienza mostrando la carrera de Britney, desde sus inicios en el Mickey Mouse Club hasta sus residencias en Las Vegas, pero también recalca el nulo apoyo que la cantante tuvo por parte de su familia y la intensidad con la cual la prensa necesitaba mostrar todo lo que tenía relación con su vida personal, incluyendo aquellos debates tan retrógrados e invasivos sobre su virginidad o sobre la talla de su sostén.

La causa #freeBritney es más fácil de comprender también. Debido a una medida legal, pero muy poco ética, Britney Spears no tiene el control de sus finanzas ni de su vida social; su padre, Jamie, quedó a cargo de la vida de su hija cuando Britney tuvo aquellos episodios en donde debió ser internada en clínicas de rehabilitación. Es una medida que, para una persona capaz de hacer giras mundiales, de realizar shows en Las Vegas, de participar de programas de televisión, de recuperar la custodia de sus hijos, es totalmente innecesaria; sus fanáticos defienden a muerte la liberación de la cantante y, según uno de los últimos juicios, las cosas irían mejorando para Britney.

Aquello significa una señal de esperanza para la princesa del pop y la resolución de "Framing Britney Spears" también se siente como una especie de alivio tras toda la culpa y la pena que conlleva el terminar este documental. Una de las entrevistadas, bastante cercana a Britney, dice que accedió a participar para que el mundo recordara lo fantástica y genial artista que Britney era durante los mejores momentos de su carrera. Creo que varios de nosotros la volveremos a recordar así.