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La Vie d'Adèle – Chapitres 1 & 2 (2013)
De mí, para Walabi.
“La Vie d’Adèle” o, “Blue is The Warmest Color”, como fue traducido su título al español, ha sido una de las películas que más ha metido bulla este año. Ya sea por sus nominaciones y premios en festivales de cine extranjeros, por la química entre sus protagonistas o por el hecho de que se trate de una relación lésbica, la película ha sabido ganarse la expectativa de todos. Yo moría por verla y me alegra no haberme llevado una decepción.
Partamos por el principio. Adèle (Adèle Exarchopoulos) es una adolescente que sueña con ser profesora; es bien aplicada, inteligente y muy bonita. Es tan linda que llama la atención de Thomas, un compañero de colegio. Siguiendo el consejo de las amigas, Adèle comienza a salir con él, pero siente que le falta algo y le cuesta concentrarse en ciertas áreas, if you know what I mean. La situación es obvia: Adèle quiere pasar más tiempo con la joven de cabello azul que vio un día en la calle.
Es tanta la curiosidad que esta joven le provoca que Adèle va a un bar gay con tal de encontrarla. Es así como conoce a Emma (Léa Seydoux), una estudiante de Pintura que le mueve el piso como nunca nadie lo había hecho. Ambas comienzan una relación y Adèle se ve metida en mundo lleno de fanáticos del arte y cultura, pero en donde, y sólo junto a Emma, por fin se siente completa.
La gran premisa de “La vie d’Adèle” es que la película es sobre una pareja lésbica, pero, luego de verla, te das cuenta de que la película va mucho más allá de eso; me pareció más una historia sobre el amor y sobre los problemas que cualquier pareja puede tener. Claro, el que haya cierta preferencia sexual también conlleva otras situaciones y problemas, porque por muy europeos que puedan ser sus personajes, hubo algunos que se complicaron, de todos modos, con lo de Adèle ama a Emma.
La película también se centra mucho en los personajes y a pesar de tener un tono silencioso, tiene dos momentos musicales geniales: uno, el de I Follow Rivers y, el otro, el de la escena donde franceses bailan al ritmo de la bachata, de una canción de Aventura, específicamente. Esa fue una de las escenas que más me sorprendió, junto con las escenas de sexo, pero no por una cosa de morbo, sino que por la entrega de ambas actrices en hacer algo lo más parecido a la realidad posible, a pesar de toda la controversia que ha rodeado la manera en que el director las retrató.
Volvería a ver “La vie d’Adèle” mil veces más y, si sigue acumulando nominaciones y premios, le aplaudiré cada uno de ellos.
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