El incidente entre Tonya Harding y Nancy Kerrigan, dos patinadoras artísticas quienes destacaron durante los años '90, debe ser uno de los incidentes más publicitados y más recordados dentro del mundo del deporte. La historia siempre era contada de la misma manera: Nancy Kerrigan era extremadamente talentosa, la favorita de los jurados en cada competencia y la mayor competencia de Tonya Harding, por lo que ella ordenó que Nancy fuese atacada y su atacante le quebró una pierna. Nancy tuvo que decirle adiós a los Juegos Olímpicos, dejando el camino libre para Tonya.

Margot Robbie fundó la productora LuckyChap Entertainment y decidió llevar la historia de las deportistas a la pantalla grande. Toda historia tiene dos versiones y “I, Tonya” relata los hechos de una manera muy entretenida; de hecho, de una manera demasiado entretenida para tratarse de un hecho tan cuestionable. Rodeada de un humor negro, la cinta mezcla las distintas etapas de la vida de Tonya Harding (Margot Robbie) con entrevistas a sus personajes, rompiendo la cuarta pared y entregándonos una especie de falso documental que, junto a aquella selección de soundtrack, se transforma en un relato muy entretenido y digno de atención.

La actuación de Margot Robbie es increíble y realmente desaparece en el personaje; no hizo ni una caricatura ni un homenaje de un personaje tan complejo, sino que logró crear una interpretación inolvidable y con la cual se puede, fácilmente, empatizar. "I, Tonya" rescata muchos detalles de la vida de Tonya Harding, los cuales servían para juzgarla o para burlarse de ella, como su acento, su cabello, su estatus económico, el abuso que sufría por parte de su madre y de su marido, por ejemplo.

"I, Tonya" no se encarga de dejar a su protagonista como la villana ni tampoco como la víctima, dejándonos también un interesante debate y una interesante nueva especie de personaje femenino.