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Fucking Åmål (1998)
A finales de los años noventa, cuando reinaban los chokers, las cejas extremadamente depiladas y los posters de Leonardo DiCaprio en todos los dormitorios, las vidas de Elin Olsson (Alexandra Dahlström) y de Agnes Ahlberg (Rebecka Liljeberg) comenzaban a cruzarse. Ambas adolescentes viven en una pequeña ciudad sueca, en donde según Elin, nunca pasa nada y todo lo que está de moda llega al lugar cuando ya dejó de estar de moda.
Luego de superar la sorpresa inicial de que ningún personaje se llamaba Åmål y que el nombre, en realidad, hacía referencia a la ciudad, también sufrí mucho con la decepción de Agnes al ver que nadie asiste a su fiesta de cumpleaños. Los dieciséis años son una etapa horrible y, para empeorarlo, tu madre te obliga a hacer una fiesta a la que, sabes de antemano, no irá a nadie, porque a nadie le agradas. De repente, para sorpresa de todos, aparece Elin y su hermana, Jessica (Erica Carlson). Elin y Agnes son muy diferentes. Agnes es introvertida, tímida, tiene buen gusto en música y películas, pero no tiene amigos. Elin, en cambio, es bastante popular, mucho más sociable, pero odia vivir en Åmål. Agnes está enamorada de ella y no puede creer que Elin se haya atrevido a besarla, con Foreigner sonando de fondo.
Durante su época de estreno en Suecia, “Fucking Åmål” tuvo una sola controversia: las personas del pueblo de Åmål insistían en que el nombre del lugar no fuese incluido en el título de la película, ya que podría traerle cierta fama debido a la mala palabra que la antecede; sin embargo, nadie se escandalizó por la trama o por las escenas que “Fucking Åmål” presentaba. Ojalá más ciudades fuesen tan tolerantes. Y cómo no serlo con tan hermosa película.
“Fucking Åmål” es una historia sencilla, honesta, sin pretensiones, que sólo desea recordarnos lo complejo que es ser un adolescente viviendo en un pequeño y aburrido pueblo durante los años noventa; la historia de amor entre Elin y Agnes también es un reflejo de los sentimientos en aquella época de la vida: vergüenza, timidez, pero mucha ilusión y ternura.
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