Coraline se muda con sus padres, Charlie (John Hodgman) y Mel Jones (Teri Hatcher), a una vieja mansión que ha sido transformada en una especie de pensión. En aquel lugar, Coraline conoce a sus interesantes y excéntricos vecinos: April Spink y Miriam Forcible (Jennifer Saunders), un par de actrices de burlesque que ya jubilaron; Sergei Alexander Bobinsky (Ian McShane), un gimnasta dueño de un circo de ratas; Wybie Lobat (Robert Bailey Jr.), el nieto de la dueña de la mansión y Gato (Keith David), un misterioso gato negro.

Debido a que sus padres están inmersos en trabajo, Coraline pasa sus días quejándose y aburriéndose. Cierto día, descubre una pequeña puerta que la transporta hasta otra versión de su propio mundo; allí se encuentra con su Otra Madre y su Otro Padre, versiones más atentas y más cariñosas de sus propios padres, pero quienes tienen botones en lugar de ojos. Wybie y sus vecinos le advierten a Coraline que tenga cuidado en sus aventuras e, incluso, Gato, quien puede hablar en el Otro Mundo, le advierte que Otra Madre es muy peligrosa.

La estética y producción de “Coraline” es tan hermosa que es fácil olvidar que estamos viendo una historia de terror, razón por la cual tratamos de entender aquel misterio de que a los niños les encanta esta película y no los asusta de la misma manera en que asusta a los adultos.