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Encanto (2021)
Tras triunfar nuevamente con películas como “Coco” o “Luca”, Pixar decidió volver a probar su suerte con otra historia ambientada en un lugar tan colorido, ameno y entretenido como lo es México o Italia; en su más reciente entrega, “Encanto”, Pixar nos lleva hasta un pequeño pueblito del mismo nombre, lugar que vive alrededor de una mágica casa que comanda la reconocida y unida familia Madrigal.
Cuenta la leyenda que, tras buscar refugio de las fuerzas malvadas que la querían fuera de su propia villa, abuela Alma (María Cecilia Botero) fue protegida por una vela mágica, quien la salvó de sus atacantes y le entregó a Casita, un hogar que se transformó en el refugio de sus pequeños trillizos: Julieta, Pepa y Bruno. Años después, Encanto se convierte en un prominente pueblo en donde todos viven felices, en especial aquellos que residen en Casita; lo divertido es que, no sólo Casita es el lugar más mágico de la villa, sino que los integrantes de la familia Madrigal también tienen poderes que los hacen sobresalir en el pueblo.
Desde tías que influyen en las condiciones del clima hasta primas que tienen audición supernatural, pasando por hermanas dueñas de una fuerza sobrehumana, cada miembro del clan aporta con su poder tanto al pueblo de Encanto como a cada rincón de Casita, pero ninguna familia es perfecta e incluso los Madrigal tienen un par de conflictos escondidos por allí. Nuestra protagonista, Mirabel (Stephanie Beatriz), por ejemplo, no posee ningún poder que la haga destacar como a sus parientes, algo que también crea una especie de roce con su abuela Alma. La presencia de una abuela, como sucede en la mayoría de las familias latinas, es un recordatorio que la mayoría de nuestras familias se rigen bajo un matriarcado; ojalá pudiéramos decir que esto rige todos los aspectos de nuestra sociedad, pero una fuerte presencia maternal puede dictar varias de nuestras decisiones.
Es debido a la actitud de abuela Alma que nos dan a entender el segundo conflicto de la familia Madrigal: no se habla de Bruno (John Leguizamo). El único hijo de Alma ha sido completamente excluido del clan y la respuesta que Mirabel nos entrega es que fue debido al poder que su tío poseía; nadie habla de Bruno, ya que abuela lo tiene estrictamente prohibido. Es sólo cuando Mirabel comienza a notar pequeñas grietas y cambios en Casita que su curiosidad sobre su hogar y sobre su tío Bruno comenzará a traerle más problemas con abuela Alma de lo que Maribel pensaba. Sus buenas intenciones son confundidas con obstinación y la adolescente podría correr el mismo destino que el personaje de Bruno; en “Encanto” no hay villanos irredimibles como otros de Disney, al nivel de maldad de un Scar o de una Ursula, ni tampoco hay alguna fuerza maligna que debe ser erradicada, sino que sólo lazos afectivos quebrados que necesitan una reparación.
Los quiebres que comienzan a aparecer en Casita son la metáfora perfecta para entender los lazos que se ven afectados durante la trama de “Encanto”, así como también lo son los poderes que algunos de los integrantes de la familia Madrigal poseen. Por ejemplo, el poder de Luisa (Jessica Darrow), la hermana mayor de Maribel, es la fuerza sobrehumana y, debido a esto, siempre tiene que cargar con todo el peso de las cosas a su alrededor, tal y como sucede en las historias de la mayoría de las hermanas mayores, quienes deben hacerse cargo, a temprana de edad, de otras situaciones que involucran a sus padres o a sus hermanos menores. Una vez que Luisa y Maribel lo discuten, ambas pueden conectar mucho mejor.
Al momento de tocar cada uno de esos conflictos, “Encanto” se llena de la magia de Pixar, aquella que combina música, colores y golpes al corazón al mismo tiempo; la película tiene momentos musicales preciosos, uno de los cuales, “No se Habla de Bruno”, consiguió convertirse en una de las canciones más populares de las películas de Pixar, pero, a pesar de contener cada uno de los ingredientes especiales que siempre nos consiguen emocionar, la resolución del conflicto se siente algo apresurada y sólo resuelta a través de una canción. Quizás sea esta la sensación con la que otras personas se quedan al ver las entregas de Pixar, pero es la primera vez que me pasa algo así con alguna de las películas este estudio.
“Encanto” cumple, de todas formas, al entregarnos una película correcta y satisfactoria, pero aquel detalle deja la sensación de que quizás la película contenía una historia que tenía mucho más que ofrecer. O tal vez es que siempre nos quedamos esperando una disculpa familiar que sólo podemos ver en la ficción.
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