'00s2001Cine españolDaniel FreireElena AnayaJavier CámaraJulio MedemNajwa NimriPaz VegaRomanceSexoSilvia LlanosTristán Ulloa
Lucía y el Sexo (2001)
La primera vez que leí la reseña de “Lucía y el Sexo” fue en una edición de la revista Cinegrama que me compraban sin falta todos los meses; la reseña, básicamente, decía que se trataba del autodescubrimiento de una joven en cuanto a su sexualidad mientras lidiaba con novios y con la tentación del incesto… por supuesto que la curiosidad llegó hasta ahí. Pero, en tiempos de pandemia, las reseñas cambian y la curiosidad es mayor.
“Lucía y el Sexo” nos cuenta la historia de Lucía (Paz Vega) y de su novio, Lorenzo (Tristán Ulloa). Él es un novelista que está sufriendo de bloqueo de escritor, tras la presión del éxito de su primer libro, mientras que ella es una mesera que está completamente obsesionada con él; se conocen en un café, Lucía es bastante directa y Lorenzo es bastante sensible, por lo que ambos comienzan una intensa relación. Sus escenas son recordatorios de las escenas que causaron controversia en “9 Songs”, pero cuando esa película lograba conmover, “Lucía y el Sexo” sólo consigue incomodar.
La desconexión entre personajes y entre actores es tan evidente que es imposible llegar a sentir otra cosa que impaciencia; es en aquellos momentos en que la película, para su suerte, nos ofrece un par de historias y personajes secundarios que son mucho más interesantes que los personajes principales. Nos enteramos, por ejemplo, que, tras un loco amor de verano junto a Elena (Najwa Nimri), Lorenzo tuvo una hija, Luna (Silvia Llanos), a quien comienza a espiar. Luna siempre está junto a Belén (Elena Anaya), su niñera, joven que vive con su madre, una actriz pornográfica retirada, y el novio de esta. Lucía, por su parte, decide dejar a Lorenzo luego de que él sufriera un accidente; escapa a las Islas Baleares y, en ese lugar, conoce a Elena.
La incómoda realidad de que el mundo es un simple pañuelo se integra a la trama de “Lucía y el Sexo”, pero, en lugar de convertirse en divertidas anécdotas, pronto se tornan en una desgracia con la cual ningún personaje sabe lidiar; cada uno de ellos vive encerrado en su propio mundo y en su propio dolor, sin siquiera sospechar del vínculo que los une. Bajo la capa de desnudez gratuita de los primeros minutos de película, se esconde una historia mucho más compleja e interesante, pero, de todos modos, no es suficiente como para mejorar la historia en su totalidad.
La relación entre Lucía y Lorenzo parece artificial y falsa; el personaje de Lucía también parece ser una simple fantasía que un escritor como Lorenzo inventaría para llenar el vacío de su inexistente trabajo. Ambos vivieron una relación intensa y apasionada, pero aquella sensación no dura para siempre; una vez que los secretos salen a la luz, es mucho más fácil alejarse que continuar. Por otro lado, el resto de los personajes siempre vivirá un duelo eterno, pero los peores momentos pueden convertirse en mejores historias.
“Lucía y el Sexo” sólo provoca una idea controversial para llamar la atención, pero luego esa idea se va transformando en algo encantador sólo debido a la presencia de sus personajes secundarios. La película nada tenía que ver tampoco con la reseña que yo había leído en la revista Cinegrama; quizás la confundí con otra película o quizás alguien eligió la fotografía equivocada, pero aquella imagen de Paz Vega en bicicleta no es difícil de reconocer.
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