Licorice Pizza (2021)

by - domingo, febrero 27, 2022


Además de ser el título de su nueva película, Licorice Pizza era el nombre de una tienda de vinilos que el director Paul Thomas Anderson solía frecuentar cuando vivía en San Fernando Valley; es comprensible que quisiera usar el nombre de un lugar que le recordara su propia adolescencia al momento de retratar una historia ambientada en los años ’70 en su ciudad natal.

“Licore Pizza” gira en torno a las aventuras de Gary Valentine (Cooper Hoffman) y de Alana Kane (Alana Haim); él es un adolescente de quince años, carismático, extrovertido y hablador, mientras que ella es una joven de veinticinco años que todavía no sabe muy bien qué hacer con su vida. Ambos se conocen durante una sesión de fotografía en el colegio de Gary, quien se enamora perdidamente de Alana apenas la ve; ella no lo toma en serio, pero sigue pasando varios momentos junto a él.

El hecho de que una de las ideas principales sea la relación, platónica o no, entre un adolescente y una adulta ya es bastante incómoda; no creo que haya sido la intención de Paul Thomas Anderson el generar una controversia, porque nadie en esta película se toma en serio el tema de la diferencia de edad. Es más, es tratado como algo divertido, algo quirky; basta sólo con hacer un cambio de géneros en los personajes para que la trama variase de inmediato de vibra. Aunque, si somos honestos, a Hollywood y a sus grandes productores esto nunca les ha molestado mucho.

Si logras pasar por alto la incomodidad de las interacciones entre Alana y Gary, nos quedamos con una historia llena de otras minis historias que no tiene cohesión alguna. Gary es un actor infantil consciente de que pronto sus días de mediana fama llegarán a su fin, por lo que se embarca en al menos tres negocios durante el transcurso de la película; Alana lo acompaña en cada aventura económica, pero al no encontrar un propósito, se involucra con actores y políticos con tal de dar con su verdadera vocación. Todo sucede en un ambiente setentero ideal, pero la nula química entre ambos actores principales hace que la película se vuelva tediosa y vacía.

La corta presencia de otros dos actores que no son de mi gusto no ayudó en nada a que pudiera gustarme “Licorice Pizza”, película que ya estaba dejando un mal sabor en la boca con sus arrebatos de nepotismo desde el principio hasta el final. Cooper Hoffman es hijo de Philip Seymour Hoffman, un clásico colaborador de Paul Thomas Anderson; entiendo que el apellido y el parecido con su padre puedan apelar a nuestra nostalgia, pero ambos detalles no son suficientes como para aventurarse en el papel principal de una película y salir airoso en el intento. Cooper no logra crear el personaje carismático que Gary debería haber sido y sólo lo hace parecer insoportable y charlatán; claro que un personaje puede ser insoportable y charlatán, pero al menos debe tener una gracia particular que, lamentablemente, es lo que faltó en esta interpretación.

Por su parte, Alana Haim es una de las integrantes de la banda Haim, grupo con el que Paul Thomas Anderson ya había trabajado antes; la madre de Alana fue profesora de PTA. Además, como si no fuese suficiente, los propios padres y las propias hermanas de Alana también interpretan a la familia de su personaje aportando cero carisma también.

Ojalá pudiera rescatar algo de “Licorice Pizza” más allá de su ambientación o de su soundtrack, pero es muy difícil encontrar otra cosa destacable. A pesar de que todavía no veo “Inherent Vice”, estoy segura de que me acabo de encontrar con la peor película dentro de la filmografía de Paul Thomas Anderson; bueno, ni siquiera él podía tener la filmografía perfecta.

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