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Fifty Shades of Grey (2015)
Ingenuamente, pensé que una versión en pantalla grande de "Fifty Shades of Grey" sería mucho más interesante que aquel libro que, por alguna inexplicable razón, fue todo un éxito. Mi error. Cuando empecé a leerlo, pensé que llegaría hasta el final, como pasa con cualquier otro libro, pero no pude con tan romanticismo cursi y líneas tan patéticas como "Si fueras mía, no podrías sentarte en una semana”. Más que parecer una frase erótica, parece un mal chiste de cierto comediante chileno.
Con la película entonces, por supuesto que pasó algo parecido. No pueden vender algo como “el nuevo romance de este siglo” sino existe algo de química entre sus protagonistas, no pueden vender una película erótica finalmente para mujeres si quien pasa más tiempo desnuda en pantalla es la protagonista y no su interés amoroso y tampoco pueden promocionar a Christian Grey como un príncipe azul moderno cuando el personaje es un abusivo manipulador y stalker que no entiende que de límites ni de respeto.
Por último, tampoco pueden dejar tan mal parada a la comunidad BDSM; en primer lugar, porque la protagonista juzga mucho aquella práctica como si fuera lo peor que dos personas que se gustan pueden hacerse y, en segundo lugar, porque segundo protagonista, quien es seguidor de esta práctica, es todo lo contrario a lo que propone el BDSM; como escribí anteriormente, no entiende lo que es el respeto.
Tanto la versión literaria como la versión fílmica de la saga de "Fifty Shades of Grey" son una prueba más de lo poco que hemos avanzado como para que una relación abusiva y tóxica como la de Anastasia y Christian sea idealizada de esta manera. Incluso aquella defensa de que luego Anastasia toma las riendas de la relación, es una defensa infundada; sólo vieron la película que quisieron ver.
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